Capítulo 12 - La futura esposa del Palacio de las Estrellas (3)
En cuanto se quitó de en medio, Roelin intentó volver a dar un paso. Sin embargo, al instante, la voz que pudo escuchar hizo que se detuviera.
“...esto es muy diferente a la promesa que hiciste.”
“¿Su Majestad?”
Roelin, que había confirmado al dueño de esa voz, abrió al instante sus ojos de par en par. Se sorprendió y empezó a mirarlo fijamente con sus ojos completamente abiertos por un momento antes de recuperar tardíamente sus sentidos mientras expresaba sus saludos.
"Mis humildes saludos a Su Majestad."
En cuanto Roelin se preparó para la cortesía, Silloa, que había estado de pie detrás de ella, también se inclinó para mostrar respeto hacia el Emperador.
Sin embargo, el Emperador se encontraba un poco alejado del pasillo en el que se encontraban.
Kergel miró a Roelin en silencio antes de voltear a ver al conde McGree. Cuando el conde hizo contacto visual con él, inclinó apresuradamente la cabeza en señal de sorpresa. La boca de Kergel, mientras observaba todo aquello, se contorsionó un poco.
Sin embargo, se acercó a Roelin con una mirada indiferente mientras le tendía la mano. Ella se sintió avergonzada por su repentino comportamiento, pero aun así sujetó su mano con calma como respuesta.
Entonces, Kergel agarró ligeramente las yemas de los dedos de Roelin antes de colocar sus labios en el dorso de su mano. Pronto los retiró y comenzó a hablar.
“Fui al Palacio Separado para dar un paseo juntos, pero cuando llegué me dijeron que ya te habías ido a la biblioteca. Si hubiera tardado un poco más me hubiera equivocado de camino.”
“...oh, lo siento. Si hubiera sabido que Su Majestad iría me habría quedado en el Palacio Separado, parece que lo hice caminar en vano.”
“No. La culpa es mía por no avisar de antemano y haber ido así sin más. Entonces, ¿permitirás que demos un paseo juntos?"
El tono de Kergel era cortés y amistoso. Como antes del matrimonio. Sin embargo, Roelin sabía que su mirada hacia ella era totalmente seca.
Era justo, como si todo fuera un "espectáculo".
Puede que el motivo haya sido el propio conde McGree. Roelin levantó las comisuras de sus labios y abrió la boca en un tono aún más suave.
"¿Cómo podría rechazar a Su Majestad, que me dedica su precioso tiempo? Lo aceptaré con gratitud."
"Eso es un alivio."
Kergel agarró al instante la mano de Roelin e intentó darse la vuelta, pero de repente se dirigió al conde McGree como si hubiera olvidado algo.
"Por cierto, ¿qué ha pasado para que un hombre de la delegación de Rakain esté aquí?"
“Oh, eso es…”
"También hay una biblioteca en el Palacio Exterior en la que se hospedan todos los miembros de la delegación. ¿De verdad es necesario que salga del Palacio Exterior y venga hasta aquí?"
"Por supuesto, no pretendo privar a nadie de su libertad de ir a donde quiera, pero sigo teniendo bastante curiosidad."
Los ojos de Kergel parecían feroces. Gotas de sudor comenzaron a formarse en la frente del conde, que se esforzaba al máximo por encontrar algo con lo que responder.
"He oído que aunque la hija real ya se ha negado a reunirse con usted de igual manera ha venido hasta la biblioteca como respuesta."
"¡Oh, eso es solo un malentendido!"
El rostro del conde McGree se transformó en uno de contemplación. Tartamudeó y empezó a tratar de poner excusas.
"No se trata de eso, pero siento mucho no poder asistir a la boda. Así que, para disculparme..."
"Bueno, pero yo no he escuchado la palabra “disculpe” en absoluto."
Kergel dejó de hablar con el conde y volvió a mirar a Roelin. Entonces, se dirigió a ella y empezó a hablar.
"¿Lo has oído?"
"...no."
"Es un alivio. Empezaba a preguntarme si había un problema con mis oídos."
Sonrió y asintió. El rostro del conde McGree se puso rojo en cuanto lo vio. No había manera que no supiera qué Kergel se estaba riendo de él.
Sin embargo, el conde McGree apretó sus dientes y se limitó a inclinar su cabeza sin siquiera responder a Kergel.
"Aun así, ni siquiera sabe que se trata de una impostora y que lo están engañando para que se case con ella."
La comisura de la boca del conde—incluso con la cabeza inclinada—se torció.
Era algo muy gracioso de ver. Como el Emperador del Imperio no sabía que la mujer que pronto se convertiría en su esposa era una impostora.
“No. ¿No debería decir que se convertirán en una pareja con buen aspecto? Dado que el monstruo finalmente se ha reunido con una impostora?”
El conde apenas podía ocultar su sonrisa maliciosa mientras levantaba su cabeza una vez más. Sin embargo, su expresión pronto se volvió caótica.
Fue debido a que la mirada de Kergel se dirigía directamente a él.
Los ojos dorados que se parecían mucho a los de una bestia miraban al conde como si pudieran ver a través de él. En ese momento, el conde McGree dio un paso atrás, dándose cuenta que aquello era totalmente imposible. En cuanto intentó abrir la boca sintiéndose humillado por su impresión, Kergel no tardó en apartar su mirada y se dirigió en su lugar a Roelin.
“Entonces, nos retiramos.”
“Sí, Su Majestad.”
Roelin ni siquiera le prestó atención al conde McGree. Sin embargo, justo después de responderle a Kergel, comenzó a colocar su mano suavemente sobre la de él.
Las yemas de sus dedos temblaban ligeramente. Tal vez porque habían estado frente al conde McGree, que sabía quién era ella en realidad, y la culpa que llenaba su corazón la había agobiado aún más de lo habitual.
El Emperador, que había sido engañado por ella y también por el Reino de Rakain, era simplemente lamentable.
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[Traductor: Abbie]