Capítulo 2 - La Falsa Princesa del Palacio Separado (2)

 

¡Bang!

La puerta se abrió de golpe. Roelin se levantó asombrada al ver al inesperado intruso.

"..."

Era nada menos que su propia hermana gemela, Erita, que había entrado en el dormitorio de Roelin. Erita entró como si fuera su propia habitación y echó un vistazo antes de comenzar a fruncir el ceño.

"Vaya, está increíblemente sucia. ¿En qué situación se encuentra esta habitación? Ni siquiera sé si realmente vive alguien aquí o solo es un lugar donde se crían animales. ¿Es realmente un criadero? De hecho, solo estoy alimentando una falsificación siniestra ya que todavía tiene la sangre de la Familia Imperial."

Erita habló con sarcasmo. El rostro de Roelin palideció al instante en cuanto la escuchó.

"Realmente te estás excediendo."

"¿Demasiado? ¿Qué, he dicho algo que no es cierto? De todos modos, no hay ningún sitio donde pueda sentarme—viejo y sucio. Creo que puedo contagiarme de una horrible enfermedad con solo respirar."

Erita sacó su pañuelo y se tapó la nariz y la boca. Debió de hacerlo a propósito para dar un espectáculo delante de Roelin.

Era poco frecuente, pero a veces visitaba a Roelin y le decía cosas hirientes. Cuando no le gustaba algo o necesitaba a alguien para descargar su ira.

Tal vez hoy se trataba de ese día en particular otra vez.

"Tú, ven aquí y siéntate."

Erita estaba sentada en la silla mientras señalaba con sus ojos el suelo frente a ella. Roelin se dirigió hacia el lugar mencionado y se arrodilló, mientras reprimía el sentimiento de humillación que sentía.

Entonces, Erita se sentó apoyándose en su espalda antes de inclinarse hacia delante y extender su mano. Procedió a agarrar la barbilla de Roelin antes de girarla de derecha a izquierda.

"Es exactamente igual... no hay forma de que se pueda descubrir."

En tono contrariado, Erita murmuró para sí misma palabras sin sentido. Sin embargo, Roelin ni siquiera deseaba saber qué acababa de decirle.

Lo único que quería era que Erita se marchara antes.

Del Palacio Separado.

Ésta había sido la prisión en la que Roelin había nacido y había tenido que vivir hasta ahora. Al mismo tiempo, era la única prisionera que podía incluso dar órdenes a las sirvientas que estaban junto a la puerta, aparentemente.

No quería ser invadida por su hermana gemela.

Pero, en contra de los desesperados deseos de Roelin, Erita no parecía dispuesta a marcharse. En cambio, se limitó a dar órdenes a la sirvienta que estaba de pie frente a la puerta.

"¿Por qué está tan fría esta habitación? Enciende el fuego ahora mismo, y trae también algún refrigerio."

"Sí, princesa."

La sirvienta atendió inmediatamente las órdenes de Erita y salió por la puerta. Poco después, otras sirvientas entraron y empezaron a desplazarse activamente.

Mientras tanto, Roelin continuaba de rodillas frente a Erita. Las molestias en sus piernas hacía tiempo que habían desaparecido porque la sangre ya no fluía correctamente.

Pero a nadie le importaba el estado actual de Roeli—ni siquiera a las sirvientas asignadas a ella. Estaban ocupadas siguiendo las órdenes de Erita, no las de su señora.

Una pila de leña, que era bastante difícil de ver incluso durante un frío día de invierno, había ido a parar a la chimenea, mientras que la mesa ya estaba repleta de lujosos refrescos que Roelin nunca había probado.

En seguida se dio cuenta de que las sirvientas, que ni siquiera pretendían hacerle caso, actuaban tan rápido bajo las órdenes de Erita.

No había una sola persona dentro que pidiese la opinión de su señora, Roelin. Y Erita lo daba todo por hecho.

"Todas, retírense."

"Si, Princesa."

Tan pronto como la orden de Erita se cumplió, las sirvientas se inclinaron para mostrar su respeto y salieron de la habitación. Finalmente solo quedaron Erita y Roelin, las hermanas gemelas.

"...el té sabe fatal."

Erita tomó un sorbo del té antes de dejar la taza mientras refunfuñaba en voz baja. Pero Roelin se limitó a mirar hacia abajo sin mostrar una sola respuesta. Los ojos azules de Erita no tardaron en estrecharse mientras observaba toda la situación.

"No puedo creer que nunca se me haya ocurrido usar esto cuando en realidad tengo una sustituta tan buena preparada."

De nuevo, Erita murmuraba algo que Roelin no podía comprender en absoluto. Entonces, un dulce aroma se impregnó junto con el crujido de una galleta—o algo delgado—siendo mordido.

"Oye, mira hacia arriba."

Le ordenó de repente a Roelin. Entonces Roelin levantó lentamente su cabeza y miró hacia arriba, hacia Erita.

Una mujer con la misma cara que Roelin se miraba a sí misma como si estuviera mirando a un simple insecto.

Erita Rakain.

Erita era la hija de la realeza que había sido amada por todos. Después de diez meses de estar juntas en el vientre de su madre, nació, pero Erita y Roelin eran extremadamente diferentes.

La única razón era que Erita había venido al mundo antes que Roelin. Y el hecho de haber nacido un poco más tarde que Erita la había convertido en una criatura siniestra.

"¿Cómo pudo alguien como tú nacer conmigo?"

Erita frunció el ceño con disgusto.

"No puedo creer que nacieran conmigo unas gemelas que nunca antes habían existido en la Familia Real."

Sin mencionar nada nuevo, Erita suspiró deliberadamente como si le prestara atención. Luego, Erita miró a Roelin con esos ojos helados y comenzó a encogerse de hombros.

"¿Pero qué puedo hacer? Sigue siendo mi hermana. Uf... No sé por qué soy tan blanda de corazón. Las gemelas ominosas... Me siento cómoda cuando finjo ignorancia."

“Te agradecería que siguieras fingiendo que no lo sabes”

Roelin contuvo lo que quería decir a gritos. Estaba harta del comportamiento desagradable de su hermana gemela, que a veces la visitaba e incluso le laceraba el estómago.

 

[Traductor: Abbie]