Capítulo 21 - Cómo convertirse en la esposa del monstruo (8)
Miró el interior de la cámara de piedra mientras lo escuchaba. Cuando entró en la cámara de piedra, no podía pensar en ella como si fuera una tumba. Se sentía más bien como si estuviera en un sitio histórico antiguo.
"Pero... no veo nada parecido a un ataúd aquí."
"Para el descanso eterno, su cuerpo ha sido enterrado en otro espacio separado en vez de aquí."
"¿Un espacio separado?"
"Que sea invisible no significa que no exista."
Roelin jadeó ante las palabras de Kergel y miró a su alrededor con más atención. Sin embargo, no parecía que hubiera ningún otro espacio en esa cámara de piedra.
En ese momento, su mirada se fijó de repente en un punto de la pared de piedra. Y los ojos de Roelin comenzaron a contener el asombro.
En la pared de piedra había una gruesa tela colgada que Roelin había pasado por alto .
"¿Por qué esa pared está cubierta con una tela?"
Ella ladeó la cabeza en señal de duda. Kergel la miró mientras dirigía su mirada hacia la dirección en la que Roelin estaba observando y levantó las comisuras de sus labios. Ya que él sabía lo que ella pronto vería.
“¿Qué tipo de reacción tendrás cuando te veas pintada en esa pared de piedra? ¿Te verás realmente a ti misma?”
Hasta que se revelara a la próxima integrante de la familia imperial, la pintura de la pared de piedra seguiría siendo la misma. Por eso se colgaba una tela gruesa como esa en la pared de piedra.
No sería hasta que la revelación descendiera en el futuro que quitarían esa tela.
Él volvió sus ojos y miró a Roelin. Tal vez habría vivido sin saber todo eso el resto de su vida. ¿No estaría bien que solo fuera una ciudadana de Seroif? No quería divulgar el secreto de la familia imperial a ella, que seguía siendo la hija real de Rakain.
"Entonces, comencemos el ritual."
Kergel cambió bruscamente el tema. Entonces, mientras Roelin miraba la tela que colgaba de la pared de piedra, su cuerpo acabó por temblar. Podía sentir el miedo y la tensión por aquella conciencia desconocida que la rodeaba.
"No tienes que estar nerviosa. A pesar de que se le llamó un ritual grandioso, en realidad es bastante sencillo."
Kergel la llevó al otro lado. Allí se había construido un pequeño altar. Y una daga de plata que estaba en un lado del altar había llamado la atención de Roelin.
Tenía la apariencia de una bestia grabada en el mango de la daga. Desprendía un sentimiento feroz y salvaje, que podría parecer un lobo.
"¿...un lobo?"
Ella ladeó la cabeza mientras Kergel se subía al altar y recogía la daga. Luego, abrió la boca hacia Roelin.
"Va a doler un poco."
"¿...qué quieres decir—con que va a doler?"
"Porque tengo que lastimar tu mano. Lo mismo me pasara a mí. Entonces, coloca tu mano ahí arriba, eso será todo."
"¿Así?"
Roelin contestó en tono tranquilo. Kergel enarcó una ceja como si fuera una reacción inesperada por su parte.
"Realmente no te importa nada en absoluto."
"¿...?"
Roelin parecía desconcertada por lo que acababa de decir. Entonces, Kergel sacudió su cabeza y se colocó frente a ella en aquel altar.
"Voy a hacerte daño desde aquí hasta aquí."
Señaló la palma de la mano de Roelin y lo dijo. Pero su reacción seguía siendo lo más tranquila posible.
Fue realmente inesperado. Él tendría que clavar abiertamente en su palma con esa daga para herirla. Sin embargo, no había ninguna señal de miedo aunque no era diferente de lo que ella respondió antes.
Era difícil de creer que ella había sido una princesa que creció con un hermoso apoyo. Pero aún así, la mujer que tenía delante era claramente la hija real de Rakain.
"Bueno, igual no importa."
De todos modos, eso no era importante. Después de que Kergel se deshiciera de sus pensamientos, colocó lentamente la daga en la palma de la mano de Roelin.
La afilada hoja brilló momentáneamente y su cuerpo comenzó a temblar.
"¡...!"
La sangre comenzó a brotar de la pequeña y blanca palma de Roelin. Sin embargo, ella no se quejó ni una vez y soportó el dolor en silencio. Kergel la miró y procedió a hacer una herida en su mano con la daga.
Fue una actitud mucho más implacable que cuando la palma de Roelin tuvo que ser herida. De hecho, parecía que su herida era mucho más profunda que la de ella, por lo que la sangre no tardó en brotar de su palma y caer al piso.
"¡Oh! Es mucha sangre..."
Roelin se sorprendió al ver que la sangre salía de la palma de su mano y caía al suelo mientras intentaba entregarle un pañuelo. Sin embargo, en lugar de tomar su pañuelo, Kergel sacudió su cabeza y le guiñó un ojo.
"Ah..."
Ella solo recordó lo que él acababa de decir.
"Así es. Me dijo que tenía que poner mi mano encima de la suya después de abrirse una herida."
Lo que Kergel señaló con un guiño fue el mármol sobre el que debían levantar la mano.
Roelin calmó la sorpresa de su pecho y asintió ligeramente. Luego, dio un paso para seguirlo.
"Puedes poner tu mano en este lado."
Se puso delante del mármol y a continuación él le dio una pequeña explicación. Después de que Roelin asintiera repetidamente, levantó lentamente su mano.
En cuanto puso su mano sobre el mármol, lo primero que sintió fue el aire frío que parecía haberle helado hasta los huesos. Sin darse cuenta, trató de apartarse. Pero en ese momento, Kergel puso su mano en el dorso de la de Roelin.
"Aguanta un segundo así."
Al oír su voz baja, pronto dejó de moverse para liberarse. Por otro lado, el cuerpo de Roelin se llenaba repentinamente de fuerza.
Era debido al tacto de su mano y a la temperatura del cuerpo que estaba tocando el dorso de su mano. Todo ello—sus grandes manos que quedaban incluso después de envolver sus manos y la temperatura corporal que era aún más alta que la de ella—le resultaba bastante desconocido.
Incluso había olvidado el dolor que sentía por la herida en la palma de su mano mientras sus hombros se encogían.
En ese mismo momento, el interior de la tumba comenzó a sonar. Más precisamente, parecía ser una vibración que se transmitía desde algún lugar lejano fuera de la tumba, donde algo se precipitaba hacia ese lugar en grupo.
Roelin lo miró avergonzada. Kergel, que estaba a su lado mientras ponía sus manos sobre el mármol, la miró lentamente con una mirada extraña. Y luego, murmuró para sí mismo sin dejar de mirarla.
"Aun así, lo hice…”
La expresión de su rostro, que murmuraba cosas incomprensibles al difuminar el final de sus palabras antes de cerrar la boca, era sencillamente difícil de explicar.
Lo que se pintó en la cara de Kergel fue un montón de emociones complejas. La emoción, la decepción, la expectación, la ira y otros sentimientos incompatibles se estaban revelando por completo.
"¿...?"
[Traductor: Abbie]