Capítulo 42 - Autoconocimiento y secretos (5)
"Ah, allí. Su..."
Roelin se dejó llevar por la multitud mientras seguía a Kergel, pero se perdió por un momento.
Quería llamarlo en voz alta, pero no podía.
¿Cómo iba a decirle—“Su Majestad”—en medio de un mercado con tantas personas?
No era tan tonta como para ni siquiera ser consciente de lo que la habría envuelto sin tener que verlo con sus propios ojos.
"Oh, qué debo hacer..."
Roelin le miró a la espalda mientras se alejaba con una mirada incómoda antes de inclinar su cabeza a su vez.
No sabía cómo actuar. Sin embargo, la distancia que la separaba de él no debía ser tan grande. Ella frunció el ceño justo en medio de su frente y comenzó a levantar su cabeza una vez más.
"Majes–oh."
En el momento en que se vio obligada a hablar en voz alta tratando de llamarlo, su boca fue bloqueada de inmediato. Se debía al propio Kergel.
El hombre que ella creía que se había alejado mucho, regresó y le puso el dedo índice en los labios.
Roelin se quedó mirando a Kergel con los ojos muy abiertos. Entonces, le quitó el dedo de los labios mientras sonreía antes de hablar en voz baja.
"¿De verdad has intentado llamarme así desde aquí?."
"No es eso. Es que..."
Intentó explicárselo todo, pero como pensó que entonces él la miraría con cara de tonta, y prefirió no decir nada.
Fue entonces cuando escuchó una pequeña risa encima de su cabeza.
"Llámame Vias."
"¿Qué...?"
Y Roelin le miró con esa voz suya que no tardó en llegar. Kergel simplemente se encogió de hombros y añadió.
"Es un nombre que utilizó fuera del Palacio Imperial. Ya que es difícil usar mi nombre original. No tengo a nadie que me reconozca sólo por mi nombre, pero he sufrido bastantes molestias sólo porque es el mismo nombre que el del Emperador. Así que se han burlado mucho de mí."
"..."
"Así que, será mejor que decidas un nombre propio también. Es mejor tener un nombre que tú quieras, ¿verdad? ¿Qué nombre te gustaría?"
Le preguntó Kergel a Roelin. Sin embargo, a pesar de sus palabras, Roelin se limitó a parpadear con la mirada perdida. Entonces, Kergel ladeó su cabeza y volvió a abrir la boca.
"¿O debería ponerte el nombre que quiera? ¿Qué te parece...?"
"¡Ro-Roelin!"
En ese momento, Roelin interrumpió sin darse cuenta las palabras de Kergel y gritó en voz alta. La "persona"que pasaba junto a ellos se había quedado muy sorprendida y miró hacia atrás.
Inmediatamente se encogió avergonzada.
"No, yo..."
"Roelin."
Roelin se avergonzó e intentó sacar el tema una vez más, pero Kergel había abierto la boca primero. Al mismo tiempo, ella cerró la boca instantáneamente.
Fue porque en el momento exacto en que escuchó su nombre salir de su boca, su corazón se emocionó por completo.
"Ese sí que es un nombre que va bien contigo. Creo que este nombre suena incluso mejor que el original."
Kergel levantó las comisuras de los labios y empezó a hablar. Sin embargo, Roelin no pudo responder a ninguna de sus palabras.
En realidad no era para tanto si uno se fijaba. Acababa de oír su nombre por boca de otra persona.
Además, el hombre que había pronunciado su nombre ni siquiera sabía que era su verdadero nombre. Lo habría considerado simplemente como un nombre temporal que iba a ser usado y desechado poco después.
De hecho, el nombre, Roelin, no significaba mucho. Podría haber sido un nombre dado por alguien. Pero, de todos modos, ¿quién habría pensado y nombrado a los siniestros gemelos de la Emperatriz? Tal vez fue el primer nombre que sobresalió al abrir un libro en sus manos. O también podría haber sido un simple transeúnte del palacio real al que llamaron y preguntaron por su nombre. Y así, se le dio ese mismo nombre.
Sin embargo, lo único que Roelin tenía era su propio nombre, así que no tuvo más remedio que sentirse un poco especial.
Sentía que ahora se le había permitido vivir como "Roelin", aunque fuera por poco tiempo, y que no tenía que vivir como una suplente.
Aunque fuera un tonto sueño suyo.
"Sí... Vias."
Volvió a levantar la vista mientras le miraba y no tardó en reír.
Era la sonrisa más brillante desde que había llegado a Seroif.
* * *
"Tus muñecas son blancas y delgadas, así que te queda muy bien."
"¿De verdad?"
Los ojos de Roelin se entrecerraron suavemente. Kergel observaba a "Roelin", que sonreía mientras hablaba con un comerciante, con un nuevo par de ojos curiosos.
Parecía otra persona. Nada más salir del palacio, parecía algo torpe y poco familiarizada con todo, pero ahora trataba a la gente con la misma amabilidad de siempre.
Era difícil pensar que nunca había salido del palacio desde que nació.
"¿Ella era ese tipo de chica?"
El presentimiento que tenía contra ella se desvaneció una vez más. La idea preconcebida de una hija real arrogante y malcriada se desvaneció después de verla en persona, pero, sin embargo, nunca había imaginado que fuera tan despreocupada.
Kergel apenas podía apartar los ojos de ella, pero entonces se dirigió a la voz del comerciante que se dirigía a él.
"¿Qué le parece? ¿Acaso no le queda muy bien?"
"Lo sé... Le queda bien..."
Kergel sonrió y respondió sin dejar de mirar el brazalete en la muñeca de Roelin.
No era más que una pulsera que había sido hecha con piedras baratas, pero aun así la pulsera le quedaba bastante bien. El contraste entre las piedras de color azul y su piel blanca parecía hacerla destacar aún más.
"Dame eso."
"¡Jo! Como era de esperar, tiene buen ojo. Serán 6 defens."
De repente vio una cinta roja en el mostrador mientras intentaba sacar su dinero ante las palabras del comerciante y el total. Entonces, el comerciante tomó rápidamente la cinta y se la recomendó a Kergel.
"Compre también esta cinta. El color del pelo de la dama es tan hermoso como la miel, así que creo que una cinta roja le quedaría definitivamente bien. En momentos así, ¡debería darle un regalo a su amante! ¿No lo cree?"
"¡Ja, ja! Amante... ¿Pero qué puedo hacer? No soy su amante."
Después de que Kergel estallara en carcajadas, preguntó al comerciante el precio de la cinta y pagó por ella. El comerciante colocó la cinta en una cajita e intentó entregársela mientras ladeaba su cabeza y pronto, volvió los ojos para mirar a Roelin antes de preguntar.
"¿No es tu amante? Ustedes se ven muy bien juntos. ¿Acaso no son una pareja?"
"¿Qué? A ver..."
Cuando Roelin se enfrentó repentinamente frente al comerciante que inesperadamente empezó a hablarle, no pudo encontrar ninguna palabra con la que responderle y, por lo tanto, se limitó a apretar sus labios. Entonces, Kergel cogió la caja que contenía el lazo que le compró al comerciante y dijo sonriendo.
"No somos amantes; en realidad somos una pareja casada."
[Traductor: Abbie]