Capítulo 59 - ¿Quién es la esposa falsa? (9)
"..."
Roelin apretó los dientes y se levantó con los brazos aún en el suelo. Luego miró a Erita con el rostro pálido antes de que finalmente pudiera abrir la boca.
"¿Qué haces? ¿Por qué has venido aquí?"
Roelin no podía entender el descaro de que la misma persona que la envió a Seroif como una simple sustituta tuviera que venir hasta aquí. Roelin preguntó con una de sus mejillas hinchada, incluso roja. Entonces, Erita se encogió de hombros mientras miraba a Roelin con una mirada fría antes de empezar a torcer las comisuras de los labios.
"Te has vuelto tan feliz ahora que has codiciado la posición de otras personas."
"¿Qué demonios...?"
"Realmente no sabes nada de lo que es la vergüenza, ¿verdad? Si codicias y robas las cosas de los demás, deberías estar muy avergonzada de ti misma."
Erita interrumpió a Roelin y le echó la culpa a ella. Sin embargo, Roelin seguía sin comprender las palabras que su hermana gemela estaba diciendo en realidad. Entonces, Erita se levantó de su asiento una vez más y pronunció mientras señalaba con el dedo directamente a Roelin.
"Eres una desvergonzada que le ha robado el esposo a su propia hermana."
"¿Qué?"
Los ojos de Roelin se agrandaron al instante. Sus labios empezaron a temblar de tanto asombro.
"Ahora, esas palabras..."
"¿Por qué? ¿Dije algo malo? Así es. Robaste mi identidad, usaste el hecho de que somos gemelas, engañaste a mi madre y a mi hermano, te hiciste pasar por mí y, finalmente, te casaste con quién debería ser mi esposo. ¿Y todavía piensas en negarlo?"
"¿Cómo puedes decir eso...?"
Roelin apretó los labios, desconcertada, antes de volver a hablar del tema. Sin embargo, Erita enseguida volvió a abrir la boca, sin importarle en absoluto las apariencias.
"Necesito que todo salga bien. Devuélveme mi puesto en este instante."
"¿Devolvértelo?"
"El puesto que tienes ahora. El puesto de Emperatriz del Imperio Seroif. ¿Cómo te atreves a pensar que realmente te conviene? No conoces tu lugar."
"Fue nuestro hermano mayor—el Rey en persona—quien me dijo que viniera a este lugar."
Roelin habló despacio mientras sollozaba. Erita se limitó a sonreír y ladeó la cabeza antes de preguntar.
"Entonces, ¿no te gusta? ¿Vas a desobedecerme ahora?"
"Sí... No quiero hacerlo."
Roelin había escuchado su respuesta y luego se mordió los labios sorprendida. Nunca imaginó que se atreviera a decir que no. Es más, ¿cómo iba a soñar con el hecho de que rechazaría las palabras de su hermana gemela en su propia cara?
Sin embargo, antes de que pudiera siquiera pensar qué podría decir, su boca ya estaba rechazando las palabras de Erita. Roelin no tardó en continuar, aunque temblando.
"No... E-esta es la vida que he elegido. Ya no puedo abandonar mi vida sólo por que me lo diga otra persona."
Era totalmente miserable convertirse en una sustituta de un hombre sin rostro. Pero aun así, Roelin siguió la orden para escapar del Palacio de Rakain, que parecía una prisión. Aunque hubiera sido desesperante, fue la vida que eligió.
No, era la primera vez en su vida que "elegía."
Desde que nació, siempre la consideraron una farsante y no tuvo más remedio que vivir como si estuviera muerta y fuera una mera sombra de su hermana gemela. De hecho, en su vida no existía el pensamiento, ni siquiera la voluntad.
Pero ahora era diferente. Aunque había estado viviendo bajo el nombre de Erita, resultaba que ahora seguía siendo ella misma quien vivía esta vida.
No podía tirarlo todo a la basura ahora. Sacudió la cabeza y dio un paso atrás. En cuanto intentó tocar el timbre para llamar a la sirvienta que esperaba fuera, Erita se quedó boquiabierta.
" ¿En serio? Entonces, ¿Y si le dijera la verdad?, ¿Cómo crees que reaccionaría el Emperador?"
"¡...!"
"Si sabe que le has engañado y fingido ser una novia falsa. ¿No te parece que en realidad hay mucho en juego?"
Las palabras de Erita penetraron inmediatamente en el corazón de Roelin como una daga. Mejor dicho, podría decirse que Erita había tocado su sentimiento de culpa. La mayoría de las veces, ya se había sentido agobiada por la culpa de haber engañado a Kergel.
Erita vio cómo el rostro de Roelin se ponía pálido y al instante continuó con ánimo.
"Quítate la ropa."
"¡...!"
"Oh, debe de resultarte difícil quitarte la ropa por culpa del conde. ¿Le gustaría darse la vuelta un momento entonces?"
El Conde McGree observó toda la situación hasta entonces antes de hablar finalmente.
"Princesa, ¿está insinuando que realmente va a hacer un 'cambio'-"
"Por supuesto. ¿No es la forma más sencilla? Estoy buscando mi lugar como Emperatriz. Y esa muchacha pronto será la asistente que te seguirá de vuelta a Rakain."
Erita se limitó a responder a la pregunta del conde en tono indiferente. El conde sonrió perplejo antes de secarse la cara con sus dos manos. Ahora comprendía la razón por la que la Hija Real había venido aquí y cuál era su verdadera intención. Era asombroso y embarazoso a la vez. Sin embargo, volvió en sí enseguida.
Si la Hija Real ya había tomado una decisión, él no habría podido evitarlo.
Si eso resultaba ser así, todo lo que tenía que hacer era "cambiar" a la Princesa de forma segura y volver a casa como si nunca hubiera pasado nada.
Junto con la falsa Princesa en su lugar...
La falsa Princesa debía entonces desaparecer de aquí para ocultar perfectamente el secreto. El Conde miró lentamente a Roelin antes de entrecerrar los ojos.
"¿Qué haces? Te he dicho que te quites la ropa. Conde, dese la vuelta. Es demasiado tímida para escuchar."
"Oh, sí..."
"No quiero."
En cuanto el conde intentó responder a las palabras de Erita, en su lugar se oyó primero la tranquila voz de Roelin. Erita miraba al conde McGree antes de volverse hacia Roelin.
A su vez, Roelin miró fijamente a Erita con su rostro que se ponía cada vez más y más pálido.
"No me quiero ir."
"¿Qué? ¿Estás diciendo que vas a desobedecerme? ¿Quieres decir que entonces no importa si el Emperador conoce realmente este secreto?"
"Es culpa mía por engañarle. Pero aún así viviré a su lado para siempre y expiaré mi engaño."
Y sí, lo haría. Roelin finalmente se encontró con sus verdaderos sentimientos mientras hablaba con Erita.
Aparte de la culpa que había sentido hacia Kergel, seguía queriendo vivir a su lado el resto de su vida.
No era un sentimiento de mera simpatía. Era más bien un sentimiento desesperado y codicioso.
Amor.
Si no lo llamaba amor, ¿qué otra cosa podía llamarlo?
[Traductor: Abbie]