Capítulo 11
No, no me arrepentiré. No dejaré que te salgas con la tuya esta vez.
Rebecca no se desvió de lo que esperaba. En cuanto no hice lo que ella quiso, se levantó de su silla como si fuera a correr a contarle a su padre.
—Si vas a delatarme con tu papá, no podrás probar los bocadillos que preparé. La próxima vez, será pan de chocolate húmedo. El chocolate saldrá chorreando una vez que lo partas…
Al escuchar mis palabras, la niña saltó a la silla a mi lado. Con su cabello negro y ojos rojos, como un conejo, las mejillas hinchadas de Rere reflejaban su corazón. Era obvio que estaba molesta.
—Dame eso.
—¿Qué quieres decir con “dame eso”? Tienes que decir por favor…
—No. ¿Por qué necesito decir por favor? Soy una princesa y soy dueña de todo este lugar.
—Entonces, no te lo daré. Si Rere dice ‘por favor’ con una voz bonita, entonces lo haré. Estoy segura de que puedes hacer eso.
—...
—Puedo esperarte. — Sonreí y me puse de pie con el plato de schneeballen.
—¡E-Espera!
Cambié de idea. Incluso si tengo que irme, te haré sentir humana al menos una vez. Antes de irme, definitivamente me vengaré un poco.
—¡Estoy muy molesta! ¡Dámelo!, ¡Dámelo!— Como si no pudiera superar su ira, Rere arremetió sin control.
En un momento como este, la niñera y las criadas fueron quienes dieron un paso al frente para intervenir. Después de mirarnos mutuamente, inclinaron su cabeza hacia mí, como si pensaran que sería más rápido persuadirme que apaciguar a Rebecca.
—Señora, lo siento…pero, ¿no puede dárselo a la señorita?— Dijeron, y luego intentaron que pudiera salir.
—Nunca se lo daré.
—¡Vamos!, ¿Qué pasa si la señorita termina con fiebre…?
—Ella no debería crecer de este modo. — Al final, con esa oración, dejé atrás a los sirvientes perplejos y me marché. Algunas lágrimas de niños suelen ser falsas, y el escandaloso llanto que Rere estaba haciendo en este momento lo era. Con el tiempo, se cansará sola.
Pero en ese instante…
—¿Quién está ahí?— Justo cuando abría la puerta de la habitación, vi que el padre de Rere estaba vigilando la entrada.
—Ah, eres tú.
—¿Qué pasa con tu reacción? Más que eso, parece que la niña está llorando allí adentro.
— Sí, ya lo sé.
—¿La hiciste llorar?
—¿Cómo puedo hacer llorar a la preciosa princesa? Solo le dije que si no come, entonces no le daré los bocadillos que preparé.
—Si eso es lo que ella quiere…
No era un tema de “hija de papi”, si no que el papá es un verdadero tonto. Esta vez, me miró con fiereza, como si dijera que no perdonará a nadie que haya hecho llorar a su hija.
—¿Quieres que se lo dé cuando ella quiera? Me temo que nunca prometí darle a la niña todo lo que hice.
—...
—Entonces, me marcharé ahora. — Me miró fijamente por un momento porque no tenía nada más que decir, y luego entró. Tenía un muchas cosas para replicar, pero ninguna tenía intención de rectificar a este tonto padre.
“Si continuas criando a la niña de ese modo, al final, todos ustedes morirán. Harás que nos maten a todos.”
Chasqueé mi lengua, y de inmediato aparté la mirada de ellos. Por supuesto, seguí mirándolos porque estaba preocupada, pero tenía que mantenerme firme.
“Voy a sobrevivir, porque no tengo ninguna intención de convertirme en la víctima y ser sacrificada en esta novela.”
Una vez más, apreté los puños, y me di la vuelta. También estoy ocupada haciendo bocadillos para la cena. Sin que nadie lo notara, May y yo llegamos a la vieja cocina que no era usada por nadie.
—Está bien, puedes regresar. Debes tener mucho por hacer, pero estoy muy agradecida por tu ayuda.
—¡No! ¡Puedo quedarme aquí, si quiere!
—¿Acaso no tienes deberes por hacer?
—¡Todo lo que tengo por hacer es ayudar a que se adapte a este lugar!— dijo mientras sonreía cálidamente y avanzaba en la cocina.
—Gracias. ¿Entonces, supongo que puedes quedarte conmigo, cierto?
—¡Sí!— Los ojos de May resplandecieron.
—No parece que me odiaras…
—¡Por supuesto! Siento un fuerte sentido de lealtad por usted, Lady Leona, quien se puso de nuestro lado desde el primer día que llegó.
—¡Oh!— Así que esa fue la causa del repentino cambio de actitud de los sirvientes.
—La niñera anterior solía enviar a la gente a un lugar extraño cada vez que no estaba contenta con algo. Daisy fue enviada a lavar la ropa solo porque dijo lo correcto.
—Así que así es.
—¡Estaba realmente felíz que debido a usted ella fue echada de aquí!— May, quien había estado llamándome “Madam” desde el día que la niñera fue reemplazada, sonrió más brillante que nunca.
—Gracias, May.
—¡No es nada!
—Deberías tomar un pequeño descanso en aquella esquina mientras hago el chocolate. Debes estar cansada.
—¡Oh! ¡Dijeron que esto se llama “saltarse”!— Después de sonreír con alegría, May se sentó cómodamente en una silla en la esquina de la vieja cocina.
—¡Voy a saltarme el trabajo, aquí, ya que me dio permiso!
—Bien entonces.
Quizás fuera porque estaba muy cansada que no mucho después de eso, May comenzó a quedarse dormida. Con cuidado, para no despertarla, me moví silenciosa e hice fondant de chocolate hasta que llegó la noche.
El fondant de chocolate generalmente se servía en un tazón común, pero para que Rere se enamorara a primera vista, tenía que ser en un pan de chocolate grande y perfecto.
De esa forma, me la pasé quejándome por un tiempo, porque no podría usar un medidor aquí. Por fortuna, el postre se terminó al anochecer, y por la mañana, me dirigí a la habitación de la niña.
Como lo esperaba, Rebecca no estaba comiendo porque había muchas sirvientas frente a ella. Sin embargo, la escena se veía bastante diferente a la anterior. Las sirvientas se cubrían la boca con las manos, sonriendo.
—¡Señora!— Ante la exclamación de alguien, todas en la habitación volvieron sus ojos hacia mí.
¿Qué podía ser? Algo difícil de manejar.
—¿Qué sucedió?
—¡Oh, por Dios! ¡La señorita ha comido! ¡Ella comió el bowl entero!
—...¿Qué?— Eso no era lo que quería. Deseaba que ella no comiera esta vez. Así que corrí a la habitación.
Era verdad. Vi a Rere comiendo diligentemente en el lugar donde yo había estado sentada ayer.
—¿Qué?
Pero tan pronto como se dio cuenta de que estaba aquí, saltó de la mesa.
—Terminé de comer.
—Señorita, ¿no dijo que iba a comer más?
—...Ya no sé. No quiero comer .— La niña, que me miró, de repente se hundió entre sus conejos de peluche.
—Por favor, come un poco más…—dijo la niñera, que me miró con pesar y volvió a mirar a Rere.
No esperaba esto. Era como si mi presencia hubiera interrumpido la comida de la niña.
—Rere, tú…
Cuando estaba a punto de decirle que le daría chocolate porque ella comió, Rere, que estaba dando vuelta entre los conejos, salió de repente y puso su muñeco en la silla donde estaba sentada antes.
—Este.
—¿Qué es esto? ¿Un conejo de peluche?
—...Él tiene algo que decir. Mira. — dijo Rere, quien me dio a la fuerza el conejo que llevaba una bolsa del tamaño de su cuerpo, y retrocedió un paso después de murmurar.
“¿Qué tipo de problemas vas a crear esta vez?”
Con eso en mente, rebusqué en el interior de la bolsa del conejo y encontré algo dentro.
—¿Qué es?— Era un papel. Cuando lo abrí, había algo escrito en él.
—¿”Lo siento?”— Esas simples palabras.
—¡Yo no dije que lo sentía! ¡El conejo! ¡Es el conejo!— gritó Rere con la cara sonrojada en cuanto leí las palabras.
—¿Qué?
—Además…¡No me gusta el choco!
La niña, quien estaba claramente haciendo sola la confesión, me miró fijamente.
—¡No fue mi culpa! Honestamente, también es tu culpa. Me gusta mi niñera, pero la echaste. ¡Por eso lo hice!
¿Era posible que cambiara tanto en solo medio día? No podía creer que en verdad me hubiera pedido perdón.
¿Estás tratando de jugar conmigo, o estás tratando de lastimarme al decir esto?
En el momento en que tenía todo tipo de pensamientos, Rere rompió el silencio.
—No me gusta el chocolate. ¡Por eso, tía, tienes que comerlo!
Tenía ganas de decir “¿Qué te pasa?”, pero debido a lo que pasó, solo hablé sin pensar.
—...Así que soy una tía.
—...Si te llamo mamá…te irás…así que te llamaré tía.
Sus palabras pesaron mucho en mi corazón. Tenía que decir algo más, pero me quedé inmóvil durante mucho tiempo porque estaba aturdida por sus ojos tristes que nunca antes había visto.
—Te irás, ¿no? Mi niñera se fue al final, debido a la tía. Hiciste eso para poder irte.
Quería decir que no me iría, pero ya tenía intenciones de marcharme. Como si hubiera tragado miel, me quedé sin palabras.*
Después de un largo rato, la niña tiró de mi dobladillo hacia ella.
—...Tía.— su diminuta mano agarró mi dobladillo.
—¿Sí?
Eres diferente, ¿verdad? Lo eres. Por eso dijiste esas cosas, porque estabas preocupada por mí, ¿cierto?
—...
—Porque fuiste diferente…si te llamo mamá, no te irás, ¿verdad?
No. No puedo ser tu madre.
Porque en esta novela me vas a hacer mucho daño. Tenía que decir esas palabras, pero no podía soportar decírselas a la niña que me miraba con sus ojos grandes.
—Eso…
—Mamá. Te llamaré mamá. Comeré bien y te escucharé…por eso…no te vayas. Papá…y la tía se irán…por eso me volví una niña mala…No te vayas.
Cuando tales palabras salieron de su boca, sentí un sentimiento desconocido. Parecía que la enfermedad de una buena persona que había olvidado hace mucho tiempo, resurgió. No podría ser tan fría con una niña cuyos ojos me miraban brillando. Porque ví la naturaleza de la niña cuyo corazón era más frágil que nadie.
Decidí entonces escapar de mi destino de una manera diferente. Si es posible, daré un rodeo.
—Está bien, Rere, lo haré. Seré tu mamá.
—Eso es un alivio…—Solo entonces, después de escuchar esa palabra, Rere sonrió de forma amplia y cayó.
—¡Señorita!— La niñera y las sirvientas, que se habían apartado para no molestarnos, se acercaron corriendo.
De forma inconsciente, sostuve a Rere rápidamente y la cargué.
—Rere, Rere. ¡Qué sucede contigo!
El cuerpo de la niña ardía como si fuera una estufa.
***
Traducción: Pali Rojas
Nota de traductora:
¡Espero que hayas disfrutado la historia hasta aquí!. No, aquí nadie está llorando. No es por Rere, es que el final de año académico es feo…
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