Capítulo 16
—...¡Oh!— Disfruté haciéndolo, pero no podía evitar el hecho de que aquello que hice no estaba a la par de la obra de un experto. Estaría bien si solo fuera por el chocolate, pero incluso el empaque de los bombones que la niñera había traído en ese momento era mucho más bonito en comparación con el mío. Así que, había estado dudando en entregarlo, pero Rere continuó instándome.
—¡Mamá, les dije que tiraran todo! Hice un buen trabajo, ¿verdad?
—Pero esos pueden ser más deliciosos.
—No me importa. Mi mamá menos fea se entristecerá si no me lo como. —Cuando la ví extender sus pequeñas manos hacia mí, finalmente dejé a la niña en el suelo.
—Te arrepentirás.
—No, no me arrepentiré. En realidad, la comida que hace mamá no es muy rica. La última vez…¡El fondant de cho-chocolate tampoco estaba rico! ¡Así que no me arrepentiré!— dijo la niña cuando saltó de su asiento.
¿Cómo podría alguien odiar a esta pequeña niña de cinco años?
Aunque era una pena que solo pudiera hablar de esa manera, de todas formas era muy tierna.
—Ay…aquí tienes— Estuve inmersa en mis pensamientos por un momento antes de sacar el chocolate que había puesto en mi bolsillo.
—¿Qué es esto? Es tan pequeño. ¿Por qué es tan pequeño?
Su respuesta fue justo lo que esperaba. Tan pronto como vio el chocolate en mi palma, Rere lo comparó con el de Astra.
—Es por eso que dije que solo deberías comer ese.
—No. Me comeré este. Pero si es así de pequeño, ¿qué vas a comer, mamá?
—¿Mmm?
—¡No puedo ser la única comiendo! No está bien.
Antes de darme cuenta, Rere saltó y corrió hacia la niñera, que había recogido suficientes chocolates que Astra derramó por el suelo en dos cestas grandes.
—Señorita, si corre así, se lastimará.
—¡Cierra la boca!— Rere, que estaba perdiendo los estribos sin ninguna razón, rebuscó en la canasta durante un largo rato.
—Este es feo. No me gusta el empaque…Mmm…mamá fea tiene que comer algo bonito.
Rere, que había estado rebuscando en la cesta durante bastante tiempo, finalmente encontró algo que le gustó y se acercó a mí con una amplia sonrisa.
—Ven aquí
—¿Sí?
—Ven a comer conmigo. —Rere me agarró de la mano y me arrastró, saltó a la mesa, y luego puso el chocolate que hice frente a ella y el chocolate de Astra frente a mí.
—Comeré lo que mi mamá me dio. Mamá, tu come este.
La forma en la que gruñó mientras me cuidaba me hizo sonreír.
—Gracias.
—...¡Si estás agradecida, debes hacerlo otra vez! No es porque quiera comerlo. ¡El conejo también quiere comer choco! ¡No es justo si no lo compartimos…!— Rere, que estaba avergonzada, levantó al conejo en sus brazos y le puso el chocolate en la boca.
—¿Está bien?
—Algo, solo un poquito. Bueno, no es tan bueno.
Tomé el chocolate de Astra que me dio la niña, mientras ella se puso el segundo chocolate en la boca.
Mientras miraba a la niña en silencio, pude apreciar la personalidad de Rere. No era una niña mala. Más bien, el ambiente de la niña era malo. Incluso si uno tenía una tendencia que con el tiempo sería moldeada por los padres, todo lo que experimentas mientras creces fue debido a ellos.
Al menos, Rere no es una niña mala. Lo creo. Tendré que hacer que confié en mí.
—Por cierto, mamá. —La niña que jugueteaba con el papel de regalo rosa me miró a los ojos.
—¿Sí?
—...No, n-nada.
—¿Qué? ¿Tienes algo que decirme?
—¡No dije nada! Estúpida. —Gritó Rere, arrugó el papel de regalo y lo metió apresuradamente en una bolsa de conejo. Luego, miró a la niñera.
—¡Rere es una adulta! ¡Nana, dame el té!
—¿Sí? ¿No quieres beber leche? Señorita, debería beber leche ahora.
—¡Rere es grande! ¡Es una adulta, una valiente! ¡Una adulta que puede hacer cualquier cosa por sí misma!— Rere, que estaba sentada en la mesa, golpeó la mesa con las manos.
La niñera se vio obligada a empujar la mesa de té desde el otro lado de la habitación y suspiró profundamente.
—Rere es una adulta.
Al contrario de lo que dijo antes sobre ser adulta, los pies de Rere que estaban cuidadosamente colocados en una silla, temblaron. Era obvio que estaba asustada.
Mientras tanto, la niñera dejó el té frente a la niña. El olor a té fragante llenó la habitación, pero la expresión de Rere no era muy buena.
—Un adulto solo bebe té. Ya he tomado la decisión. ¡Aquí voy!
Agarré la mano de Rere, le arrebató el té y me lo bebí de inmediato.
—Rere, ¿eres una adulta?
—¡Oye! ¡Sí!
—Entonces, no tengo que quedarme a tu lado. Sin embargo, iba a pasar la noche con Rere.
—¿Qué? ¡No, no! ¡Te daré un permiso especial! Le gusto mucho a mi mamá, ¡así que te daré permiso de hacerlo!— Rere, que levantó la cabeza, estudió sigilosamente mi expresión. Cuando no respondí, y me crucé de brazos, la niño empujó la mesa con los dedos.
—¡Dije que te daría permiso!
—¿Es así?
—¡Aghh! Te daré permiso. ¡Porque mamá lo quiere, te daré permiso especial!
Acerqué a la niña hacia mis brazos y acaricié su cabeza.
—Debido a que Rere me dio permiso, supongo que tengo que quedarme aquí hoy.
—¡Mmm! Me alegro.
—¿Mmm?
—Bueno, lo que quiero decir es que me alegra que a mamá le guste. Estúpida.
Rere, que se reía, miró la taza de té durante un rato. Del agua rojiza y clara brotaba una nube de humo espeso.
—Ahora…tomemos té. Soy…una a-adulta. No soy una niña. —Sus dedos jugueteaban vacilantes con la taza blanca. La mente de Rere también era transparente.
Me eché a reír, y detuve a la niñera para que no sirviera el mismo té en la taza de Rere.
—Tráeme leche.
—¿Disculpe?
—Mamá, ¿vas a tomar leche? ¿Pero no eres una adulta? ¿No estás siempre bebiendo té?— La niña me miró mientras hacía un puchero.
—La leche es deliciosa.
—¿Así es? ¿La bebes porque es deliciosa?
—Por supuesto.
—¿Los adultos beben leche si está deliciosa?
—Así es.
—¡E-Entonces Rere también beberá leche! ¡No la estoy bebiendo porque sea una niña! ¡Lo hago porque es deliciosa!— La niña, que estaba inventando una excusa, me miró directamente.
—¿No es cierto?
—Por supuesto, es correcto. Rere no lo está bebiendo porque sea una bebé.
Solo entonces sonrió brillantemente mientras sorbía la leche en su taza.
***
Mientras las dos compartían su leche y pasaban un rato agradable juntas…
Una atmósfera sangrienta llenó el espacio más allá de la puerta.
El Duque Ian, que estaba arrastrando a su mujer, sacudió su brazo con una cara furiosa.
Astra, que había estado acariciando su brazo como si le doliera, sorbió y miró al Duque.
—¡Llama al doctor! ¡Me duele la mano como el infierno! ¡Creo que me rompí el brazo!
—¡Ja! No me hagas reír. —La mirada del Duque, que resopló con disgusto, era fría. Sin embargo, Astra estaba ocupada gritando como si hubiera perdido el sentido.
—Ja, ¿Te causa gracia? ¡Qué estás haciendo, exactamente Duque! ¡Soy tu esposa legítima, ¡¿Pero me tratas así?! Mira mi mano, ¡No puede doler tanto a menos que esté rota!
Nunca la trataron así desde que nació, por lo que no pudo controlar su ira. Nació como Astra, una noble de alto rango. Incluso sus propios padres nunca la habían abrazado con fuerza.
Los ojos de Astra se volvieron hacia su muñeca roja. Al ver el enrojecimiento y el dolor punzante, estaba segura de que debía ser de gravedad. Sin embargo, por mucho que gritara por el dolor, nadie la escuchaba. Por el contrario, el Duque solo sacudió los hombros y resopló.
—Mi esposa, ¿verdad?
—Es correcto. Soy tu esposa. Como tu esposa, te lo preguntaré. ¿Está tan mal enseñar a la niña a conocer su lugar? ¡Es natural que los padres enseñen a sus hijos! ¡Puedes golpearlos en el proceso!
—¿Alguna vez alguien te ha golpeado?
—¿Qué?
—Estoy preguntando si tus padres alguna vez te golpearon cuando eras tan impertinente.
Ante sus palabras, los labios de Astra temblaron como si estuviera desconcertada.
¿Cómo se atrevía a ponerla en la misma liga que esa pequeña mestiza?
La princesa Rebecca era bastante famosa en el imperio. Nada estaba claro sobre su nacimiento. Algunos incluso dijeron que podrían haber creado una niña falsa para que se convirtiera en su sucesor.
Ella no estaba al mismo nivel que esa niña, por lo que nadie la trató de esa manera, y mucho menos la golpeó.
La voz de Astra se volvió más fuerte.
—Si, no hay manera de que alguien me golpee, ¡soy una princesa perfecta, a diferencia de esa niña!— El dedo de esa mujer señaló hacia la habitación.
—¡Ay!
El Duque, que fácilmente le había torcido la mano, se paró frente a Astra.
—No deberías abrir esa boca de ese modo, animal.
El Duque sostuvo las mejillas de Astra con firmeza como si no pudiera controlar su ira.
—¡Duele!
—¿Duele? Mi hija hubiera sentido más dolor, incluso esa mujer.
—¿Me estás tomando el pelo?, ¿Te has vuelto loco?
—No estoy loco.
—...No cruces la línea. ¡Si quieres que sea tu esposa, trátame como es debido! Haga lo que haga, déjame en paz. No es de extrañar que la niña se hubiera vuelto así.
Incluso a los ojos del Duque, ella era inmadura.
—¿Esposa? Eso es ridículo. Es solo en papel. Seguro que ya te lo dije. Nunca te metas conmigo.
Su mano ahogó su cuello de forma brusca.
—Suéltame…dé-déjame ir. ¿Crees que estarás a salvo si te metes conmigo?
—Deberías estar a salvo. Al menos hasta que tu padre ya no sea útil.
—No me quedaré quieta. ¡Mi padre te hundirá!
—¿Crees que me quedaré quieto también? Ja, qué broma. Te pedí que echaras a esa Leona, pero nunca te dije que le hicieras daño a mi hija. Si escucho algo como que golpeaste a mi hija alguna vez más…Te torceré el cuello endeble de una vez. Si tanto quieres morir, puedo hacer que tu deseo se haga realidad en un solo suspiro.
Solo entonces, Astra cerró la boca y lo miró en silencio. Sin embargo, como si su negocio hubiera terminado, el Duque apartó los ojos de ella. Hizo contacto visual con el gran chambelán que lo seguía.
—De ahora en adelante, vigile a mi esposa para que no se vaya de aquí. Tiene prohibido cualquier contacto con el exterior.
—¿Disculpa? ¡No puedes encerrarme aquí ahora…!
—No creo que sea prudente hacer eso, vuelve a tus sentidos. Ese cuello tuyo…Creo que ya te he advertido que puedo torcerlo de inmediato.
Astra se cubrió el cuello apresuradamente cuando vio la sonrisa torcida del Duque.
—Entonces, regresa a tu habitación y descansa, esposa. No seas estúpida.
—...
—Los que sirven a mi esposa deberían ir a la cárcel, porque no le sirvieron bien.
—¡Duque!
Ante sus palabras, los asistentes del Duque se movieron rápidamente y arrastraron a las doncellas de Astra una por una.
—¡Duque! ¡Esto no puede estar bien! ¡Qué hay de mi! ¿Quién me atenderá ahora?
Pero a pesar de que su voz hizo eco en el pasillo, Ian solo se alejó de ella con una cara irritada.
***
Traducción: Pali Rojas
Notas de traductora:
Espero que hayas disfrutado la lectura hasta aquí. Lamento mucho la tardanza, ¡Me pusieron a cubrir los turnos de mi trabajo para Navidad y para Año Nuevo!
Detesto a Astra, pero más me está disgustando ese Duque…aunque levante la mano aquí quien vio la vibra daddy (bitch, está loco, pero al menos defiende a su manera a la mocosa).
Les aclaro que voy leyendo esta novela junto a ustedes, así que, ¡Hey!, también veo los comentarios. Gracias por cierto, por sus buenos deseos. Espero que hayan pasado una feliz Navidad y que tengan un muy buen comienzo de año.
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