Capítulo 36

Me Convertí En La Madrastra De Una Familia Irremediablemente Oscura - Novela

05/13/2023

Capítulo 36

 

 

Rere me quitó la toalla de la cabeza y, con rapidez, comenzó a secarme el cabello.

 

—Espera, Rere. Está bien si no lo haces.

 


—Es mejor así, para que el gran conejito no se enferme.

 

—...Ah. —Incliné la cabeza para encontrar los ojos de Rere. Ella frunció los labios mientras continuaba secándome el pelo.

 

—¿Qué estás haciendo?

 

—Nuestra Rere está  bonita.

 

—Siempre estoy bonita. Sé que lo soy, no hace falta que me lo digas, así que, quédate quieta. Te secaré el pelo.

 

—Bueno. —No pude controlar mi gran sonrisa. ¿Cómo puede ser tan encantadora?

 

Y así, me senté durante un largo rato, mientras las pequeñas manos de Rere se movían con afán. 

 

—¡Ay,  qué agotador!— Al final, Rere se dio por vencida.

 

—Mira, mi pelo está tan seco, gracias a Rere. ¿El cabello de Rere también está listo?

 

—Sí, pero me duelen mucho los brazos. Hice algo inútil. No me importa si el gran conejito se resfría o no, no debería haberlo hecho.

 

—Gracias. — Me di la vuelta y apreté sus bracitos.

 

—¿Por qué agradeces? Ay, tengo hambre. ¡Trae mucha comida, porque tengo mucha hambre hoy!

 

—¿Hay algo que quieras comer hoy?

 

Pero Rere no respondió a la pregunta de la niñera. Ella solo tomó mi mano y me llevó a la mesa. Como si fuera algo que sucedió desde siempre, las sirvientas salieron con rapidez y regresaron con un montón de comida.

 

—Date prisa, y come. —Rere me instó, mientras colocaban con cuidado la comida frente a nosotras.

 

—Rere, come un poco también.

 

—No te preocupes. Incluso si no lo dijeras, ahora voy a comer bien. —Luego sacó las zanahorias una por una del bowl.

 

—¿No las comerás?

 

—...¡Ay! Es para que lo coma el conejito grande.  —Después de recoger las zanahorias con un tenedor, sonrió y me las tendió.

 

—¡A los conejos les gustan las zanahorias!

 

No. No soy un conejo de verdad. De hecho, lo que más odiaba eran las zanahorias, desde su textura, hasta su aroma…pero, los ojos de Rere brillaban.

 

—¡Di ‘ah’!

 

—Oh, disfruté la comida. Estoy tan llena que ya no puedo comer.

 

—Date prisa y come las zanahorias. ¿No me digas que el gran conejito es quisquilloso con la comida?

 

—Rere.

 

—Estás tratando de persuadirme, ¿verdad?

 

—No, no lo estoy. Escúchame, Rere. Es bueno tener una comida balanceada.

 

—¿Ves? Sí estás tratando de persuadirme. 

 

Le di un gran mordisco al bistec y balanceé mi dedo índice hacia un lado.

 

—Eso no es cierto. En realidad, es importante no ser quisquilloso con la comida, especialmente para una niña que está creciendo. Pero, no comer zanahorias no significa que vayas a estar en un gran problema.

 

—...¿Entonces, qué?

 

—Está bien si comes algo más. Mientras comas bien, no tienes que comer zanahorias.

 

Esto también era más una excusa para mí, ya que odio las zanahorias más que a nada.

 

—¿En serio?

 

—Por supuesto, ¿por qué no comemos otra cosa en cambio?

 

—¡Oh! ¡Entonces puedo hacer eso! ¿Por qué nadie me ha dicho nunca una información tan importante?— refunfuñó mientras masticaba la carne y regañaba a la niñera y a las sirvientas.

 

Ya sea que lo que dije haya tenido efecto o no, Rere solo comió su comida favorita más de lo habitual, a pesar de que había muchos tipos de comida en la mesa.

 

Balanceaba los pies hacia adelante y hacia atrás, como si estuviera a gusto con ello, y después de comer tanto, se acarició el estómago.

 

—Comí bien. ¡Entonces, hoy te daré un permiso especial para jugar con la arena!

 

—¿Estarás bien con eso?

 

—Comí hasta que mi estómago se llenó, así que estoy bien con cualquier cosa. ¿Por qué? Mamá-no, gran conejito, ¿lo odias?

 

—Para nada. Entonces, ¿nos vamos?

 

—¡Hurra!

 

—Ya lo preparé todo, sabiendo que este día llegaría. — Dijo la niñera quien le limpió la comida del rostro con un pañuelo. Luego fue al armario y regresó con mucha ropa.

 


Una capa, dos, tres…La ropa se hizo cada vez más y más gruesa. Por lo general, Rere lanzaba algún ataque, pero, sorprendentemente, se las arregló para aguantar. Por supuesto, luego de que su cuerpo se volviera redondo, perdió los estribos que tanto había tratado de reprimir.

 

—¡Ay, hace calor! ¡Deja de ponerme ropa!

 

—El clima está cambiando, y afuera hace mucho más frío, señorita.

 

—Olvídalo. Deberías ponerle más ropa al gran conejito que a mí. ¿Por qué su ropa es tan delgada?

 

—Lo haré. Señora, permítame ponerle más ropa.

 

—Si Rere lo quiere, entonces adelante.

 

Sonreí de forma brillante y salí afuera con ropa gruesa y abrigada.

 

Tal vez porque el invierno estaba por llegar en unos días, hacía un poco de frío a pesar de que el sol brillaba fuerte. En un instante, Rere tiró su abrigo y corrió hacia la arena.

 

La niñera y yo, que no podíamos detener la emoción de la niña, nos miramos y nos acercamos a Rere.

 

Rere tarareaba mientras jugaba con la arena.

 

—¿No está fría?

 

—¡No! ¡Está cálida!

 

—Tienes razón— dije cuando metí la mano en la arena para comprobar su temperatura. No sabía si era por el sol o por algún tipo de magia, pero la arena estaba bastante tibia.

 

—En realidad, mientras no estaba, mi maestro puso una piedra de maná en este lugar, para que siempre puedan estar cálidas.

 

Era claro que no le gustaba que jugaramos en la arena, pero, ¿Se tomó el trabajo de hacer todo esto? Sin darme cuenta, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Me alegré de que comenzara a ser más cariñoso con Rere. Era genial ver que ya no se entretenía en cosas inútiles como padre, y que incluso había hecho algo para que tanto la niña como yo, estuviéramos cómodamente calientes.

 

—Rere, ¿qué harás hoy?

 

—No sé. ¡Pero el gran conejito no tiene por qué saberlo!

 

—¿En verdad?

 

—...¡Sí! ¡Sí tienes tanta curiosidad, puedes ver desde un costado! — Rere empujó una silla a su lado. Solo entonces, tomé asiento junto a ella.

 

No pensé que este día llegaría de nuevo. Cuando me echaron y bajé de la montaña durante toda la noche, pensé que nunca volvería…

 

Fue todo gracias a Luca. El hombre que se parecía al Duque, pero de forma extraña, era diferente. Sin él, no habría sido capaz de regresar. Si él no me hubiera llevado al puerto, no me habría dado cuenta de mis verdaderos sentimientos.

 

Pero no he visto a Luca desde que regresé. 

 

Mientras observaba a Rere jugar durante un largo rato, hice contacto visual con la niñera que sonreía detrás de mí.

 

—Por cierto, ¿Cómo está Luca?

 

—¿Luca? ¿Quién es?— Dijo la niña que hace solo unos días había dicho “Luca es el mejor”, y ladeó la cabeza confundida. La niñera también frunció el ceño como si el recuerdo de esa persona fuera confuso.

 

—Todos…¿No conocen a Luca?

 

Rere hizo un puchero por un momento, y luego dijo como si algo se le hubiera ocurrido de repente.

 

—¡Ay! Lo recuerdo, lo conozco. ¿Por qué lo olvidaría?

 

—También yo. De algún modo, mi memoria sobre Sir Luca no es clara, supongo que será porque me estoy volviendo vieja. 

 

Al ver sonreir a la niñera como si no fuera la gran cosa, mi corazón se inquietó.

 

—¿En serio?

 

—¿Por qué está preguntando por Sir Luca, señora?

 

—Es solo que…tengo curiosidad acerca de cómo le está yendo últimamente. Creo que no lo he visto.

 

—¿Por qué tienes curiosidad por Luca? Conejito, ¿te gusta tanto Luca?

 

—No, en lugar de que me guste…

 

—En lugar de Luca, mira a mi papá. Incluso si ha hecho cosas malas, en realidad, está un poco bien.

 

—¿Ahora estás halagando a tu papá?

 

—¡No, no lo hago! ¡Sólo estoy diciendo la verdad!  —Rere hizo un puchero, giró la cabeza y amontonó la arena en el mismo lugar.

 

—Rere, ¿ahora te gusta papá?

 

—¡No!

 

En ese momento, junto con un ruido sordo, de pronto alrededor se volvió ruidoso.

 

—¡Ja! ¿Estás loco? Gracias a mi corazón benévolo, incluso soporté cuando me trataste como a un mendigo, ¿¡pero qué diablos es todo esto!? —Astra estaba siendo sacada a rastras de la residencia del Duque.

 

Rere y yo, que estábamos jugando en la arena, como todos los que estaban allí, quedamos sorprendidas ante el súbito alboroto. En caso de que algo sucediera, la niñera y las sirvientas se pararon frente a nosotras.

 

—Ustedes dos deberían de quedarse atrás, no sabemos qué puede pasar. — Como si estuviera lista para devolver lo que había sucedido hasta ahora, la niñera incluso se arremangó.

 

—Todas.

 

—Sí, por supuesto. —Las sirvientas también hicieron lo mismo. Recordé que me habían dicho que Astra había estado actuando muy mal mientras no estuve. Le había gritado a las sirvientas de Rere y las había obligado a atenderla.

 

Escuché que trató de golpear a una de ellas en la cabeza por no escuchar sus órdenes, e incluso, trató de obligar a la niña enferma a salir de la habitación diciendo que fingía su mal estado.

 

Por otro lado, cuando el Duque había salido a buscarme, debido a que la niñera y las sirvientas eran las únicas que habían quedado en la mansión, decidieron bloquear la puerta y vigilar alternadamente la habitación de la niña.

 

Se dijo que Astra no dudó en darles una dura paliza. En particular, muchas de ellas aún tenían moretones en los brazos, las piernas y la cara debido a ella.

 

Las sirvientas que habían sido golpeadas y maltratadas por Astra rechinaron los dientes. Sin embargo, la situación era completamente diferente de lo que se esperaba.

 

La arrogante Astra había sido sacada a rastras de la Residencia Petri con un solo zapato.

 

—¿Sigues preguntando?  Estoy echándote.

 

La niñera y las sirvientas que habían estado de pie frente a nosotras durante un rato, quedaron desconcertadas.

 

—¿Echándola?

 

—¿En verdad la está echando?

 

—No lo escuchamos mal, ¿verdad?

 

—Estoy bastante segura de que no lo escuché mal.

 

—Me pregunto qué está pasando.

 

Estaban tan ocupadas mirándose alternativamente, confundidas. Mientras tanto, Rere se adelantó como quisiera observar la interesante escena.

 

—¡Señorita!

 

Gracias a ella, pude ver a Astra a través del espacio abierto.

 

—¡Señora…! ¡Es peligroso!

 

—No parece peligroso, para nada. Cualquiera puede ver que la están echando.

 

De pronto, Astra salió corriendo hacia el Duque, haciendo alarde de sus largas uñas como una bestia salvaje, pero él la hizo a un lado, sin piedad.

 

—¡Aaay!— gritó escandalosamente.

 

—Qué grito tan impresionante.

 

***

 

Traducción: Pali Rojas

 

Notas de traductora

 

No hay mucho que decir más que: ¡Denle su merecido a Astra de una buena vez!

 

¡Gracias por leer, nos vemos en el siguiente capítulo! 

Capítulo 36

Me Convertí En La Madrastra De Una Familia Irremediablemente Oscura - Novela

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