—¡Ay!
—¡Puaj..!
—¿Qué demonios es esto?…¿Es-Estiércol? El olor…ugh…¡Se me metió en la boca!— Astra estalló en estado de shock y terminó tragándoselo. Mientras tanto, el Duque Arvida observaba, y rápidamente cerró la boca.
Fue tan repentino que todos nos quedamos petrificados. Sin embargo, no mucho después, el olor llenó la habitación como para que no pudiéramos ignorarlo.
—¡Guacala…¡Qué es esto!— Astra estaba concentrada en limpiarse la boca y tratando de escupir el agua sucia.
—¡Qué demonios es todo esto!— dijo Astra, quien se enorgullece de su noble condición, cayendo en la desesperación.
Rere siempre la llamó “caca”, pero esta vez, realmente la convirtió en una.
—Estoy molesto, tan enojado…¡Puaj!— El Duque Arvida gesticuló, aunque como valoraba su vida, bajó rápidamente la cabeza para protegerse del agua sucia que entraba en su boca.
El Duque Ian y Luca se aclararon la garganta y apartaron la mirada de la desagradable vista. Por supuesto, hice lo mismo. Mientras tanto, Rere arrojó el cubo al suelo y corrió hacía mí con alegría, pero el olor a caca perduraba en su cuerpo.
—Rere, qué es eso…guacala…
—¿Qué pasa, conejito? ¿Huelo?
—...
—...¿En serio?— Rere se apresuró a olfatear sus brazos para comprobar si mentía. Luego arrugó la nariz como un conejito bebé.
—Sí, y muy mal. ¿Dónde te cayó? Déjame limpiarte. — Rápidamente saqué un pañuelo para limpiar las manos de Rere, que creía que era la fuente del olor.
—Je, je, pero se siente bien— Emocionada, Rere se frotó la nariz— ¡Apesta!— El olor solo hizo que se emocionara aún más y comenzó a saltar.
—Rere, por eso te dije que primero te limpiaras las manos.
—¡Puaj!...¡Huele tan mal!
—Aunque no es tan malo como ellos…
—Sí— Su sonrisa se hizo aún más grande. Nuestros ojos alcanzaron a Astra y al Duque al mismo tiempo. Esos dos todavía estaban teniendo dificultades para procesar y manejar su situación actual. El olor era peor allí, pero nadie podía hablar o acercarles.
Así que siguieron luchando como un ratón en una trampa. El mal olor se volvía más desagradable cada vez que se movían.
¿Qué demonios era todo eso? Olía terrible…
—Rere…¿qué diablos trajiste?
—Je, je — Rió tontamente, y puso su mano sobre la mía.
—Limpialo.
—No importa cuánto te limpie, si no se van…
Entonces, Astra tembló de forma violenta, tal vez volviendo a sus sentidos. Luca nos abrazó, y nos llevó hacia la ventana a pesar de que el Duque estaba mucho más cerca de ella.
—¿Está bien?
—Gracias.
—Ni lo mencione. Su Gracia habría hecho lo mismo si hubiera estado cerca de ustedes.— Respondió, con los ojos sonrientes volviéndose hacia Ian. Tal y como lo dijo, el Duque Ian se paró en el lugar donde habíamos estado antes. En consecuencia, su cuerpo fue rociado con el agua sucia que cubría a Astra.
El rostro del Duque Ian estaba arrugado. ¿Quizás fue por eso, o porque estaba enojado porque Luca había tomado la iniciativa antes que él?
Las emociones desaparecieron de nuevo en su rostro, donde antes hubo un poco de compasión.
—Por culpa de una basura como tú, ahora este olor desagradable está pegado a mi ropa.
—...ay…emm…
—¿Cómo te atreves a salpicarme esa inmundicia?
Al darse cuenta de que era inútil limpiar el agua sucia que goteaba, el Duque Arvida se quedó quieto, a diferencia de Astra, que continuaba tratando de limpiarse, frenéticamente, el agua con estiércol de su cuerpo.
El Duque Arvida apenas levantó la cabeza después de confirmar que estaba bien que se moviera.
—¡¿Quién se supone que debe estar enojado aquí?! ¡¿Disculpe?!—El Duque Arvida se secó la cara enojada con un pañuelo limpio.
—¡Ju-Justo ahora, qué me ha hecho! —Gritó, tarde, debido a la ridícula situación, y luego nos frunció el ceño con una cara llena de incredulidad.
Sin embargo, Rere no sería ella misma si tuviera que amedrentarse ahora.
—¡Hola, hola! ¡Por qué lo preguntas! Te di de comer caca, ya que tú también lo eres, espabila.
—¡Maldita perra! ¡Te daré una lección! ¡Cómo se atreve una infeliz como tú! ¡Cómo te atreves a fingir ser una princesa y hacerme esto! —Gritó el Duque Arvida, como si quisiera golpear a la niña.
—¡Cómo te atreves a decirle eso a mi hija!— Rápidamente sostuve a la niña en mis brazos. Verlo decir cosas tan duras con tal facilidad a una simple niña de cinco años me enfureció.
—¿Qué dijiste?
—¡No te atrevas a hablarle así a mi hija, a menos que estés loco! —Por mi hija, Rere, me mantuve erguida frente a él. Mientras tanto, el Duque Arvida me miró disgustado.
—¿Qué? ¡Esta moza parece estar confundiendo que es la verdadera Duquesa!
—No me equivoco, es la verdad.
—¡Ja, ja!, ¿Lo dices en serio? ¡Ni siquiera eres una aristócrata, pero te atreves a hablarle sin honoríficos a este gran Duque! Tienes agallas, ¿eh?
—No fue mi intención hacer eso, excepto que, ¡oh! es porque de repente dejaste caerlos. Por esa razón, pensé que querías hablar de forma casual. Duque Arvida, ahora soy Duquesa, así que tampoco creo que debas dirigirte a mí de esa manera.
—¿Qué dijiste?
—De todos modos, te estoy dando un consejo sincero. Si sigue haciendo esto, usted y su hija podrían envenenarse con agua de estiércol y morir.
—¿Qué?
Sonreí, y acaricié la cabeza de Rere.
—Esta agua sucia es mucho más venenosa de lo que esperaba. No sé qué tipo de veneno trajo mi linda hija, pero podrías morir si solo te ignoramos.— Le fruncí el ceño, fingiendo ser benevolente y amable.
—Así que sal de aquí. No quiero ver morir a nadie delante de mí.
—¡Tú…maldita perra…!
El Duque Ian, que me miraba, dio un paso al frente como si no pudiera soportarlo más.
—Caballeros, saquen a estas cosas de mi vista inmediatamente.
—¡Ay! No puedo ver…¡Me duelen los ojos! ¡Ay!...¡Qué diablos es esto…! ¡Padre, padre!— Gritaba Astra, quien se movió lentamente hacia el Duque Arvida.
—¡Aléjate, aléjate! —El Duque Arvida, que estaba en mejor estado que su hija, intentó empujarla, pero terminó tropezando y cayendo al suelo.
—¡Ay! ¡Uf…!
Mientras tanto, Astra, que no podía ver lo que estaba delante de ella, caminó en dirección de donde venía la voz de su padre.
—¡Padre, padre! Ayúdame, me duelen los ojos…mi estómago…—dijo, y como no podía ver a su padre tirado en el suelo, terminó tropezando contra él.
—¡Ay!
—Excelente. La basura se amontona en un solo lugar. Ahora que la alfombra está sucia, que la enrollen y pongan en el carruaje de su familia.
—¡Sí, señor! ¡Puaj…!
—¡Guacala, huele mal!
—Vamos a limpiarlo. — Dijeron los caballeros, conteniendo la respiración, y comenzaron a limpiar la alfombra.
—¡Du-Duque!
—¡Padre!
—Todo es tu culpa. ¡Cuando regresemos, me encargaré de ti de inmediato!
Aquellos dos estaban ocupados intercambiando palabras de afecto mientras que los caballeros se cubrían la nariz y trataban con ellos, porque encontraban terrible el olor, y rápidamente los sacaron a rastras. Solo entonces pudimos respirar.
—Uf…
Los sirvientes y sirvientas que entraron se ocuparon de abrir las ventanas, y a partir de entonces, por fin pudimos respirar profundamente.
—Ahora, vamos a ver el vestido. —Antes de que me diera cuenta, el Duque Ian ya estaba frente a nosotros, y le tendió la mano a Rere.
—¿Deberíamos irnos ahora? —Sonrió, pero cuando sostuvo a Rere en sus brazos sin pensarlo, su expresión rápidamente se volvió amarga.
—Oh, Rere, deberías bañarte primero.
—...¡Rere ya no huele mal! ¡...Puaj! ¡Es cierto, huele horrible! ¡Aunque mi conejito me limpió, todavía huele tan mal! — Rere se estremeció ante el terrible olor que emanaba de su cuerpo y se pellizcó la nariz.
—Rere, vamos a lavarnos juntas. Creo que mamá también huele mal. —Justo como pensaba, olía terrible ya que había estado abrazando a Rere todo el tiempo.
—Tendré que lavarme también, creo que el olor se ha impregnado.
Si tu hija le echaba agua con estiércol a alguien, deberías de haber dicho algo al respecto, pero él estaba más preocupado por su higiene.
Al final, tuve que regresar a la habitación con Rere en mis brazos. La niñera, que nos esperaba con una expresión inquieta, preparó con premura el baño.
—¿Qué diablos fue todo eso?
—¡Rere te lo explicará! Conejito, eres tan buena que no tienes ni idea sobre la venganza. Eres muy bondadosa, así que traté de devanarme los sesos esta vez para encontrar un método apropiado, porque tenía miedo de que mi Conejito se derrumara si les hacía algo más a esos imbéciles.
—...Eso…
—¡Sí! ¡Le dije a la niñera que preparara agua con estiércol por si acaso! Je, je, Rere lo hizo bien, ¿verdad?
¿Qué más podría decirle a una niña que sonrié de forma tan alegre?
—¿Tanto los odias?
—¡Sí! Me enojé tanto cuando pensé en ellos abofeteando a mi Conejito como la última vez.
Pensé que era por lo que le habían hecho, pero resulta que la niña estaba preocupada por mí. Los mocos corrían por su diminuta nariz.
—¿No es por lo le han hecho a Rere?
—Bueno, ya he pasado por eso, estoy acostumbrada…La niñera anterior me pegaba mucho. Las mamás anteriores también me habían dicho muchas cosas feas, ¡Pero mi Conejito es diferente! ¡No deberían tratarla así!
Me sentí tan estúpida. No podía creer que ella lo hiciera por mí. Ella, que tenía una herida más grande que la mía, sonrió radiantemente como si nada.
—¡En verdad estoy bien!
“No está bien. ¿Cómo podría alguien ser lo suficientemente cruel como para lastimar a esta pequeña niña?”
—Rere — dije, y la abracé con fuerza.
—¿Sí?
—Mamá te protegerá a partir de ahora. Mamá puede ser muy mala, ¿sabes?
—¿En serio?
—Sí. Así que de ahora en adelante, no dudaré en echar estiércol al primero que moleste a Rere.
—Excelente. Creo que mi Conejito finalmente entró en razón, así que debería consentirla. —Rere se levantó de puntillas y besó mi mejilla.
—¿Acabas de…darme un beso?
—¡Si! Entonces, mi Conejito…mi mamá, ¿me protegerá de ahora en adelante?
—¡Sí!
***
Traducción: Pali Rojas