Odalisca
Capítulo 5
“Oh, señorita Rhodes, ¿Que debería hacer? No creo que hoy pueda tomar el té con usted debido a que una honorable persona ha venido a visitarme sin previo aviso.”
“Está bien, madam. Agradezco su oferta.”
“Le daré como regalo lo que se supone que íbamos a comer. Tómelo si no le importa.”
La Baronesa le indico con la mano rápidamente a la doncella que se acercara. Después de darle indicaciones a la empleada, se giró hacia Liv.
“Una disculpa, pero tengo que retirarme. Creo que tengo que ir a arreglarme adecuadamente. La doncella estará de regreso si la espera un momento. Marie, asegúrate de guiar a la señorita Rhodes de camino a la salida.”
La mujer de mediana edad que le susurro las nuevas noticias hace un momento a la Baronesa asintió con la cabeza, afirmando que había entendido. La Baronesa se disculpó un par de veces más y se marchó subiendo las escaleras.
¿Quién la había visitado para que reaccionara de esa forma tan apresurada?
Siguiendo a Marie. Liv, que se había sentado en uno de los sofás del salón, dirigió su mirada hacia la ventana. No había nada particular que pudiera ser observado a través del cristal que tenía delante.
Recordando como la Baronesa iba con tanta prisa, probablemente recibiría a un aristócrata. Una persona capaz de sorprender a la Baronesa Vendons…
Liv, que había estado repasando todos los nombres de personas importantes que conocía, de repente alzó la vista. No habían pasado más de unos minutos desde que la doncella se había ido a la cocina, pero vio a Marie echarle un vistazo al reloj continuamente como si algo la inquietara. Con tranquilidad le pidió a Liv que comprendiera un poco la tardanza, como si estuviera siendo difícil esperar.
“Lo siento, señorita. Creo que iré a la cocina a ver qué es lo que le está tomando tanto tiempo a la doncella, ¿Podría por favor esperar?”
“Si, está bien. Me quedaré aquí.”
No sabía qué es lo que estaba ocurriendo, pero estaba segura de que el invitado que había llegado era alguien que podía poner ansiosos a todos en esta mansión. Liv, que vio a Marie apretar su falda entre sus manos y salir del salón, colocó sus manos sobre sus rodillas.
¿Lo que iba a recibir como regalo deberían ser algunos bocadillos, cierto?
Podría darle unos deliciosos bocadillos a Coryda después de mucho tiempo. Ella siempre pensaba en Coryda mientras comía los refrigerios que le ofrecían durante sus clases.
Estaba feliz de solo pensar que su joven hermana se pondría feliz, pero entonces oyó un ruido que provenía del exterior de la habitación de dibujo donde se encontraba.
Marie debe estar regresando. Liv tomó el gorro que había dejado a un lado y consiguió levantarse. Al mismo tiempo, la puerta de la habitación de dibujo se abrió y alguien apareció en su lugar.
“Oh…”
La persona que se detuvo al entrar no era Marie. Liv abrió con asombro sus ojos en reacción a la presencia de una persona que no se esperaba.
Era un hombre alto y apuesto. De cabello platinado, piel pálida y de mirada fría, cuando el hombre vio a Liv, frunció el ceño ligeramente.
Sus ojos escanearon la habitación donde se encontraba la chica. Después de eso, su mirada volvió a detenerse en Liv. Los labios, que se encontraban duramente cerrados formando una línea recta, sin mostrar intenciones de ser el primero en pronunciar palabra, y el mentón ligeramente levantado indicaba que estaba a la espera de recibir el saludo de la otra persona en la habitación.
“Erm…”
Ella reaccionó, pero a sus labios les costaba trabajo abrirse. Fue debido a que su rostro se puso en blanco cuando intentó hacer contacto visual.
Para dejarlo claro, era un hombre lo suficientemente atractivo como para dejarla sin palabras.
“Señorita… Oh, ¡Dios mío! ¡Señor Marqués!”
Marie, que apareció tarde, se inclinó con sorpresa. A su grito, Liv también regresó a sus sentidos como si la hubiera despertado de un hechizo.
¿Marqués?
“¿Marqués Dietrion?”
Soltó en voz alta sin darse cuenta. Como resultado, su ceño se frunció un poco más.
Liv, que cubrió sus labios con una expresión de vergüenza, rápidamente se inclinó para saludarlo.
“Cometí un error al no reconocerlo. Disculpe, mi señor.”
“Lo siento mucho, señor Dietrion. La tutora cometió un error. Déjeme mostrarle el camino de regreso.”
Marie movió su rostro con nerviosismo, y sudo por el estrés. El Marqués no le dirigió la mirada a Marie. En su lugar se quedó observando a Liv y le hizo una pregunta, inclinando su cabeza ligeramente.
“¿Y usted es?”
“...mi nombre es Liv Rhodes, soy la tutora privada de la casa Vendons. Estaba por marcharme puesto que la clase ha terminado…”
Liv estaba tratando de explicar la situación con tranquilidad, dejando de hablar cuando el Marqués la detuvo con el gesto de su mano. El Marqués se giró hacia Marie como si hubiera perdido el interés.
Marie, que había estado observándolo preocupada, como si temiera haberlo ofendido, noto su movimiento y rápidamente tomó la delantera.
“Es por aquí, mi señor.”
El Marqués continuó su camino, siguiendo a Marie. No fue hasta que el regular y grave sonido de pasos gradualmente se hizo más lejano y dejó de escucharse fue que Liv logró soltar un gran suspiro.
Sosteniendo su pecho con firmeza, se sentó en el sofá como si estuviera a punto de sufrir un colapso. Oh, Dios mío, ¿Era el Marqués Dietrion? Ahora tenía sentido que la Baronesa se hubiera puesto en ese estado.
Demus Dietrion era una muy bien reconocida figura en la ciudad. En primer lugar, por su sola apariencia poco realista lleno a la gente con historias interminables durante casi más de un mes. Liv que también a menudo encontraba impactante la personalidad del Marqués Dietrion incluso en los rumores.
Pero ella llegó a creer que los rumores solo exageraban puesto que solo era la gente quienes lo describían…
Traductor: Valiz
Scan : Gremio de Hadas
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